domingo, febrero 24, 2008

Restaurante-Espectáculo de Terror. [8puntos]

…Capítulo 2. Te lo pasarás de miedo…

Y aquí me tenéis de nuevo. En estado convaleciente (anginas mutantes gentileza del frío de París) pero con las fuerzas, las ganas y la motivación suficiente como para recomendaros un espectáculo que os aseguro no os dejará indiferentes (¿por qué todo acaba en -ente?).
Antes de nada, quiero pedirte que te imagines por un momento lo siguiente. Estás perdido en un bosque. Es de noche, hace frío y estás solo. Frente a ti se alza un impetuoso castillo. El silencio te envuelve y solamente escuchas el crujido de las hojas con cada uno de tus pasos, los latidos agitados de tu corazón y los jadeos de tu respiración. Tienes miedo.
¿Estás asustado? Seguro que no. Vale, sí, bueno, lo reconozco, soy muy mala jugando a ser Stephen King. Pero, para que te hicieras una idea, quería recrear un poco la atmósfera que envuelve el espectáculo de terror al que acudí el viernes pasado en Gavá. Hablo de “El Castillo de las Tinieblas”; una idea que aúna cena y espectáculo.

Supongo que todo espectáculo, libro o película de terror persigue el mismo fin: asustar, hacerle pasar a uno miedo. No es tarea fácil si te topas con un público escéptico, valiente y realista; por el contrario, la cosa está chupada si te encuentras con personas asustadizas, inocentes y con una imaginación y una capacidad de meterse en el ambiente asombrosa. Bien, adivinad a qué grupo pertenece una servidora. Efectivamente, me cagué de miedo (¿se puede decir cagar en estos blogs?).

Pero empecemos por el principio. Nada más llegar al lugar en cuestión empiezas a empaparte de esa atmósfera de terror tan bien recreada por los organizadores del espectáculo. La oscuridad, la niebla, el aullido de los lobos, el crujir de los columpios, las tumbas que se alzan a los lados. Aparcar el coche se te hace difícil, y salir de él aún más. Finalmente te armas de valor y, eso sí, bien agarradita a la manita del novio o del tete, consigues llegar a la entrada del castillo. Te recibe el mismísimo Señor de las Tinieblas, con susto -de muerte- incluido. Para empezar con buen pie, y tal. Una vez traspasas el umbral del portal, ya no hay vuelta atrás. Te encuentras en un auténtico escenario de película de terror, pero esta vez no eres un huero espectador, esta vez formas parte de la historia.

La puesta en escena es asombrosa; tanto el maquillaje, el atuendo y la actuación de los actores como el castillo, los escenarios, las luces y el sonido se apuntan una matrícula. Cabe comentar la labor de la música y el papel tan importante que juegan las luces. El sonido es alucinante; gritos, aullidos, tormentas, risas malévolas. Y la variación de la luz está muy conseguida. Todo incide y ayuda a que se recreen los escenarios.
Es precisamente la escenografía, la recreación de espacios, la cuidada ambientación, lo que hace que olvides que es todo un teatro. Pasillos plagados de zombies, brujos y fantasmas; Hombres lobo que se esconden tras las cortinas; Vampiros que aparecen de repente de sus ataúdes; Sillas y mesas que comienzan a temblar. Un auténtico castillo del terror. Incluso en los servicios se esconden criaturas de la noche dispuestas a hacer que se te pare el corazón; imagínate, te rapta una bruja y te encierra con ella en un lavabo, solas las dos, a oscuras. Deseas con todas tus fuerzas que se encienda la luz y cuando tu deseo se cumple te retractas al momento. Todas las paredes están llenas de sangre (bueno, es pintura) y en ellas se leen mensajes diabólicos que hacen que se te corte la micción de repente. Recomendación: no ir solo al lavabo.
Y eso que aún no te has sentado a cenar.

El comedor es igual de terrorífico que el resto del castillo. A pesar de permanecer a oscuras, uno tiene la impresión de estar más seguro y refugiado. Nada más lejos de lo contrario. Las sorpresas van in crecendo. Lo mismo te sale alguien de debajo de la mesa o una puerta se abre a tu al lado y unas manos te secuestran y te llevan prisionera a un calabozo. Des del momento en que te sientas a cenar, formas parte del show y te puedes convertir en cualquier instante en un improvisado actor/actriz. El elenco protagonista, con una caracterización espléndidamente cuidada, va amenizando la hora de la cena con su actuación. Los ambientes van cambiando:
un manicomio, un bosque encantado, un exorcismo, una pelea de vampiros. Todo cabe en este comedor y todo cambia a ritmo vertiginoso, aunque sin apenas darte cuenta. Estás tan expectante que incluso se te olvida que tienes que cenar. Mientras disfrutas del espectáculo picas un poco de aquí y un poco de allá. Si bien es cierto que la cena deja muchísimo que desear. Cuatro ensaladas y cuatro platos de embutido con un poco de pan. No es un sitio que impresiona si eres persona amante del buen comer. Y más si tienes en cuenta los 40 eurazos sacados a cuchillo en la entrada. No pagas la cena, pagas el espectáculo; pero vale la pena. A pesar de todo, 10 puntos por el postre (surtido variado de frutas bañadas en chocolate y tarta de nata y chocolate).

Y sin apenas darte cuenta han pasado 3 o 4 horas. Te da tiempo a asustarte, a disfrutar del show, a cenar, a hacerte amigo de los monstruos-camareros y a reírte como nunca. A pesar del ambiente de terror y tensión en el que te sometes, en ningún momento lo pasas mal. Los sustos son divertidos y los actores van amenizando las actuaciones con diálogos cargados de humor. Incluso interactúan con el público si éste les da bola. Es muy divertido, disfrutas como un niño y te ríes una barbaridad.

Creo que ha quedado bien claro que me lo pasé en grande, ¿verdad? Des de aquí os animo a que acudáis al Restaurante con vuestros amigos y familiares. Es otra forma diferente de disfrutar de un espectáculo y la diversión está asegurada.
Y esto ha sido todo por hoy. Os adjunto un link con la página web del restaurante por si alguien se anima.


Restaurante-Espectáculo de Terror “El Castillo de las Tinieblas”
Autovía de Castelldefels C-31 km185 Gavá. Barcelona
Reservas: 902365666
Precio: 40 €
www.elcomedordelastinieblas.com





sábado, febrero 23, 2008

Ya han vuelto a hacer de las suyas

...Capítulo 1. Mi cultura...
Y aquí me teneis. Odiando a ese cursor intermitente que se esconde y se muestra una y otra vez, recordándome con cada insistente parpadeo que la página aún sigue en blanco. Que yo aún sigo en blanco. Y que aún sigo aquí, sentada, esperando. Aún. Esperando a que mis dedos comiencen, de una vez por todas, a teclear rápida y nerviosamente algo interesante, original, correcto. Divertido sería mucho pedir, quizás. Supongo que la clave no está en ellos, sino en mí misma. Se supone que no es difícil. Cuatro líneas de presentación que os expliquen quién soy, qué escribo y por qué. Pero lo cierto es que me está costando. Y mucho. Cosa que me sorprende, con lo que yo he sido. Preguntad por zíngaradurmiente y lo entendereis.
Pero basta, basta ya de retahílas interminables de palabras sin sentido. Dejémonos de palabrería vacía. Seamos prácticos. Veámos, ¿qué debería escribir en la primera entrada de un blog sobre cultura? Bien, vayamos por el camino fácil. Ofrecer mi punto de vista sobre la cultura y sobre todo aquello que el concepto en sí abarca. Siempre podemos acudir a la RAE para que nos de ese empujoncito. ¿Nos permitimos alguna frase del provervia para hacer ver que somos personas muy leídas y tal? Venga, vale, de acuerdo. Se me ocurre también que podríamos insistir, un poquito más, en el hecho de que cultura lo es todo y que cultura abarca muchas artes. Vale, provemos a ver qué tal.
Nuestra Academía define la cultura como un conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico (qué correcto y tal). Vamos a quedarnos con esto último "artístico". Esto nos lleva a otro dilema, ¿qué es arte? Bueno, si nos pusieramos a preguntarnos y a filosofar sobre todo lo que escribimos no acabaríamos nunca esta entrada. Aparquemos estas espirales filosóficas. Veamos, lo que está claro es que cultura abarca muchas cosas. Cuando abrimos las páginas de cultura de un diario éste nos ofrece información sobre cine, música, literatura, teatro, etc. Pero cultura es mucho más que un crítica de una película, una opinión sobre un libro o un columna que alaba el nuevo disco del grupo inglés revelación de la temporada. Y con esto no te estoy queriendo vender un espacio que da cabida a lo atípico, a la contracultura, a lo bohemio y a lo indie. Con esto te quiero decir que de aquí en adelante este espacio dará cabida a todo aquello que mi persona considere que es cultura. A MI cultura.
En ningún caso estará limitada por esa cultura que nos venden los cuatro modernos de siempre. Nadie decide qué es cultura y qué no lo es. Tú concepción no es más lícita que la mía, ni viceversa. Puede que a mi me parezca que un concierto de Estopa es cultura, y que a ti no. Puede que a mi me parezca que El Código Da Vinci (o cualquier otro best seller de la temporada) es cultura, y que a ti no. Puede que a mi me parezca que las pelis de Harry Potter son cultura, y que a ti no. Puede que a mi me parezca que Gran Hermano es cultura, y que a ti no. También me puede gustar escuchar La casa azul, ir al cine a ver peliculas españolas y ponerme de vez en cuando la 2. No te digo que no. Ya ves qué difícil pinta la cosa. Que difícil que soy.
Te aseguro que no. Yo te animo a que me sigas leyendo porque aunque te parezca una choni como otra cualquiera, puedo ser Isabel Gemio en cualquier momento (entiéndase la idea, que puedo darte una sorpresa cuando menos te lo esperes).
No sé si te habré convencido. Sí es un sí (venga, todos juntos, ¡Tú sí que vales!) me alegro mucho. Si no te he convencido, lo siento mucho, no voy a cambiar. Como bien conforman las letras rotuladas que encabezan este blog, esto no es un sitio para modernos, ni para indies, ni para bohemios. Entiéndase que no pretendo vetar a nadie la entrada, Dios me libre. Es más, invito a que todo el mundo participe. Y estoy abierta a cualquier crítica. Vosotros me indicais si cruzo o no cruzo la pasarela. Aunque admito que la voy a cruzar de todos modos. Sí, soy una rebelde sin causa.
Resumiendo. De aquí en adelante ÉSTA va a ser mi cultura. Espero que te guste. Invitado estás, que conste.
PDTA. Para no querer escribir parece que mis dedos han vuelto a hacer de las suyas.
PDTA II. Vaya, se me ha olvidado poner una cita del provervia. Me cachis. Con lo bien que quedan. Otra vez será.
PDTA III. Vaya tostón me ha salido al final. Nunca voy a cambiar.
PDTA IV. Confieso que me encantan las postdatas.